
Amo a Dios con todas las fuerzas de mi ser. No me halagan glorias, riquezas, honores, ni títulos; mi única ilusión es el cielo. Quiero alcanzar el cielo, no por temor al infierno, sino porque me ilusiona vivir con Dios para siempre. Comprendo que ningún hombre, jamás, merece tal bendición y que mucho menos puede alcanzarla en su estado natural, por