Después de la separación de nuestro hijo mayor, vivimos tiempos difíciles, días, semanas y meses de mucha oración, ayunos y lágrimas, pidiendo el favor y la protección de Dios sobre este jovencito, que cumplió sus 15 años en un país lejano y extraño, sin familia, ni conocidos, donde estuvo varios meses, y el Señor nos respondió… Madrid es una inmensa ciudad, muy populosa y nos contaba Maky que cuando llevaba algún tiempo allí, lejos de todo lo que conocía y amaba, vio entre la multitud a lo lejos, algo que se le pareció al sombrero que usan nuestras misioneras como parte del uniforme, y corrió para acercarse, y cuál no sería su sorpresa, cuando vio que efectivamente era alguien de la iglesia. Estoy seguro de que nunca antes alguien había abrazado a nuestra hermana Toribia Hernández, viuda del Ap.Angel Ma, con tanta fuerza y alegría. Pues dice Maky que vio en ella, a sus padres, sus hermanos, la iglesia y todo lo que siempre había amado, fue como un ángel que Dios envió para consolarlo, pues ¿qué probabilidades tenían de que sus caminos se cruzaran en una ciudad tan grande? Pero Dios está al tanto de todo, ¡gloria a Su santo nombre! Ese encuentro mejoró las cosas para él, pues se mudaron para el mismo lugar y entonces celebraban juntos las horas devocionales y los cultos del sábado, y Toribia con gran amor, cocinaba para los dos y le lavaba la ropa. Esta fue otra forma que usó Dios para responder nuestras súplicas en favor de nuestro hijo.
Mientras tanto, Samuel, mi compañero de siempre, y director conmigo de la Iglesia, había salido desde febrero para Estados Unidos y desde allí entre él y otros hermanos amados, le enviaban una ayuda económica todos los meses. Eloísa López, le consiguió una beca de estudiante para que pudiera pasar de España a Estados Unidos y cuando llegó, Samuel se hizo cargo de él, e Hiram, su hijo, se convirtió en el compañero de Maky para ir a la escuela en Tampa. La cantidad de lágrimas que derramamos sus padres y hermanitos, cada vez que leíamos sus cartas o en las muy contadas ocasiones que pudimos hablar por teléfono, no es fácil medirlas… Solamente el Señor sabe eso…
Un año y cuatro meses después, yo pude seguir la misma ruta de mi hijo Magdiel hacia Madrid, donde estuve varios meses, dejando detrás a Mirtha y los demás hijos en Cuba. Entonces se agudizó el sufrimiento de Mirtha, la sufrida y buena esposa que Dios me dio, una verdadera heroína . Nunca podré realmente saber todo lo que pasó nuevamente al estar ausente yo del hogar, ni las cosas que tuvo que enfrentar, sola y con tres niños, en las condiciones que estaba todo allí, pero como siempre, su fe no decayó, ni su seguridad en Dios.
Al cabo de unos meses de haber llegado a Estados Unidos, y después de grandes luchas, logré, con la ayuda de Dios, entrar a las Oficinas de la Torre de La Libertad, aquí en Miami, donde estaban los archivos de las reclamaciones para salir de Cuba, y pude, por la gracia de Dios, obtener el número de mi núcleo familiar y correr los trámites para lograr que Mirtha con nuestros tres hijos, salieran hacia tierras de libertad. Yo había salido de Cuba un 21 de julio de 1969, día del cumpleaños de mi madre, Luisa Morales, y aquel día pensé, “Adiós, madre querida, ¿te volveré a ver?” Y a manera de testimonio les cuento que la volví a ver varias veces, y algunos años más tarde, pude traerla de visita a estar con nosotros algunos meses y disfrutar sus cuatro nietos, que tanto quería y conocer algunos de sus bisnietos que ya habían nacido, ¡gloria a Dios!
Pues exactamente un año después de mi salida, o sea el 21 de julio, de 1970, Mirtha, Judith, Otto y Abel Luis, pudieron salir de Cuba , ¡bendito el nombre de Jehová de los ejércitos! ¡la familia reunida otra vez! Mirtha, la esposa amorosa, la madre feliz de nuevo junto a sus cuatro retoños, y el matrimonio feliz. ¡Mirtha con su esposo! Pasó la tormenta del comunismo y la persecución, y ahora, una nueva época, juntos a luchar por la obra de Dios, ¡por Cristo y por Su iglesia!
Ap. Florentino Almeida
Que manera tan gloriosa hace Dios las cosas, inmenso Madrid? claro que es horrorosamente grande y que entre esa multitud se encuentre con Toribia? !un milagro! y eso hace vivir mas agradecida de Dios por todo lo que El hace y de la manera que lo hace,gracias a Dios que ya acabaron esas separaciones tormentosas y la tranquilidad tan anhelada llego a esa mujer trabajada de espíritu y cargada de sufrimientos, que feliz se sentiría ella de poder al fin estar todos reunidos, como la gallina junta sus polluelos !que emoción! Dios bendiga a esta gran mujer excelsa misionera evangelista, un abrazo grande para ella y para usted y muchas gracias a usted ya su fina secretaria que se levanta antes para poder poner y compartir su historia.