Cuando decido escribir sobre un hombre casi desconocido, lo hago con la esperanza de motivar una lección escondida para quienes a veces leemos los textos de la Sagrada Palabra y dejamos pasar inmensas enseñanzas dejadas por nuestros antepasados. La Biblia en su escueto informe nos sitúa en escena el siguiente mensaje: Taré tomó “…a Abram su hijo, y a Lot, hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai, su nuera, mujer de su hijo Abram, y salió con ellos de Ur de los Caldeos para ir a tierra de Canaán. Pero cuando llegaron a Harán, se quedaron allí. Y fueron los días de Taré doscientos cinco años, y murió Taré en Harán…” Gén. 11:31, 32.
Esta cita ubica el hecho alrededor del 2000 a.C., cuando Taré, el padre de Abram decidió salir de Ur hacia la Tierra de Canaán, una distancia ade aproximadamente 1000 kilómetros. La familia de Taré emprende una migración que va a cubrir toda la región conocida con el nombre de la Medialuna fértil: desde Ur de los caldeos hasta el Neguev y Egipto, pasando por Harán, en la alta Mesopotamia. El texto bíblico no dice por qué Taré decidió abandonar la ciudad de Ur, ni por qué se detuvo en Harán. Estos dos lugares se encontraban separados por un casi intransitable desierto, que ninguna caravana podía pasar. Para llegar a Canaán, debía primero ir al noroeste, a través de Babilonia y Mesopotamia hasta llegar a la ciudad de Harán, y entonces tomar el sendero hacia el sur, una jornada de aproximadamente 1600 kilómetros en total. Si pudiéramos imaginarnos un triángulo, el punto derecho sería Ur, el punto superior del triángulo sería Harán, y la parte inferior izquierda Canaán.
Esta cita los deja a medio camino entre Ur y Canaán, donde habitaron hasta la muerte de Taré.
Hablemos del punto de salida. Ur era una de las ciudades más antiguas al sur de Mesopotamia, cerca de la desembocadura del Éufrates en el golfo Pérsico, como a 217 Km. al sudoeste de Babilonia. Era una ciudad grande y próspera, centro de rutas terrestres y marítimas. Su historia puede ser trazada hasta 3000 a 4000 años a. de J.C. En aquellos tiempos era un centro famoso de adoración a la diosa luna.
En la Biblia se le llama Ur de los caldeos, porque varios siglos después de Abraham, entre los años 600 y 539 a.C., estuvo bajo el dominio de los caldeos, que eran una tribu semítica de origen árabe que se asentó en Mesopotamia meridional en la parte anterior de nuestra era. Por su lengua se asume que estaban relacionados con los arameos, aunque se asentaron más al sur que los arameos, quienes se habían asentado en Mesopotamia superior y Siria. No obstante los caldeos eran los sumir o turaníes que se impusieron a los elementos Casitas y Semitas de la población.
Hubo causas por las que los caldeos predominaron sobre las demás razas. Primeramente por la manera con la que asimilaron completamente las demás castas, porque adoptaron la lengua y su cultura se amalgamó
con la de aquellos. Además porque conservaron al propio tiempo su mismo idioma, constituyendo una especie de aristocracia o raza superior a las demás. Ur o sea, luz, fuego su nombre tal vez se derivó del hecho de ser dedicada a los ritos del culto al fuego.
Explicado el sitio de origen, continuemos porque en armonía con su decisión, Taré tomó “…a Abram su hijo, y a Lot, hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai, su nuera, mujer de su hijo Abram, y salió con ellos de Ur de los Caldeos para ir a tierra de Canaán. Pero cuando llegaron a Harán, se quedaron allí. Y fueron los días de Taré doscientos cinco años, y murió Taré en Harán…” Ídem
Nosotros no sabemos por qué Taré se detuvo en Harán. No fue simplemente para descansar de la agotadora jornada del viaje entre Ur y Harán, porque vivió años después de llegar a este punto, y por último, murió allí.
El nombre de Taré significa “…el que se retrasa…”, y es posible que ese nombre le haya sido dado a causa de esta característica. Cuando llegó a Harán estuvo indeciso en seguir, y no llegó a concluir lo que le faltaba. El salió para la tierra de Canaán, pero a causa del largo camino, quizás se cansó, o cambió de parecer, o simplemente desaprovechó el tiempo año tras año hasta que se dio cuenta que era muy viejo para continuar el viaje. De todas maneras, lo más lejos que llegó fue hasta Harán, ciudad de la alta Mesopotamia donde, lo mismo que en Ur, se rendía culto a la Luna. Había recorrido más de la mitad del camino a Canaán, y allí murió…
Esta es una historia de dos hombres, padre e hijo, ambos partieron para llegar a la tierra de Canaán. Uno solo llegó hasta Harán y allí murió. El otro “…salió para ir a tierra de Canaán y a tierra de Canaán llegó…”.
Dios no compila datos de aquí y allá para hacer un libro. Todo lo que está escrito tiene algún propósito. Esta historia claramente acentúa las diferencias en la actitud y los logros del padre y el hijo. Ambos salieron para llegar a la tierra de Canaán, pero solo uno llegó. La lección espiritual es evidente.
En el capítulo 12 seguimos leyendo que la palabra del Señor vino a Abram: “…Vete de tu tierra, de tu parentela, y de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré, y serán benditas en ti todas las naciones de la Tierra. Se fue Abram, como Jehová le dijo, y con él marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Harán…”. Gén 12:1-4
Abram no vaciló; “…él tomó a Sarai su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, y todos los bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán, y a tierra de Canaán llegaron…” Gén. 12:5
Que Taré murió en Harán es más que una noticia normal. Es una desventura para un hombre, cualquier hombre, salir para llegar a un lugar, y quedar solo a la mitad, entonces permanecer ahí y morir, cuando pudo haber logrado su objetivo. Especialmente es una tragedia cuando la tardanza en ese lugar es por su causa, y luego de esa demora muere, sin haber completado la jornada. No hay mayor tragedia que esta: …Salir y no llegar, comenzar y no terminar… Saber que Taré no llegó a Canaán demanda una pregunta: ¿Por qué no llegó? Josué 24:2 tiene la respuesta: “…Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a dioses extraños…”. Taré había salido de Ur, una tierra de completa idolatría, y había llegado a Harán, pero Taré no había podido olvidarse de aquella vida. Salió para Canaán remiso a dejar Ur de los Caldeos. Cada vez que podía traía a su memoria los momentos y las cosas que allí hizo, y no se decidió a dejarla completamente. Estaba más cerca de Canaán, pero todavía en Harán llegaban las influencias de Ur; aún allí tenía un poco de contacto con su vida pasada; todavía allí se adoraban dioses, y eso lo atraía.
La ciudad de Harán estaba no muy lejos de los límites de la tierra prometida. Solo un esfuerzo más y Taré hubiera estado en Canaán. Pero algo lo sujetaba, y por eso dice la Biblia que “…Taré murió en Harán…”
El caso de Abram es completamente distinto. Dios llamó a Abram para que saliera de Harán, porque él sabía que si se quedaba allí, poco a poco el ambiente lo iría llevando a lo que hacía su padre, y nunca llegaría a Canaán. Abram obedeció el mandato de Dios: Abandonó el pecado y todas las ocasiones de pecado, y en particular las malas compañías. Abram también puso su mira en Canaán. Mientras su padre se recordaba de los tiempos pasados, él no miró atrás pero respetó el tiempo de angustiosa espera que le había impuesto su padre en haran. Bella lección para los hijos de hoy que en poco tienen la palabra y el respeto a sus padres. Él había puesto su mira en el reino, ese era su objetivo, y no se iba a permitir que algo se lo impidiera. Gracias a su determinación, hoy Abram aparece en el capítulo de la fe, Heb. 11. Si su padre hubiese llegado a Canaán, estoy seguro que también apareciera, pero allí solo aparece el nombre de Abram. En el vers. 15 nos dice: “…pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver…”. Allí mismo en ese capítulo, pero en el verso 8 la Biblia dice: “…Por la fe, Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba…”, PERO LLEGÓ A DONDE IBA. ¿Por qué llegó a Canaán? Por la fe. Mientras su padre ponía la fe en ídolos de piedra y madera, él la supo poner en Dios, y llegó a Canaán.
Mientras su padre Taré se quedó en Harán, indeciso sobre qué hacer, Abram salió de aquel ambiente de pecado, rumbo a Canaán. Mientras uno ponía su vista en las cosas pasadas, el otro la tenía fija en las mejores que serían las del porvenir. El padre puso su confianza en otros dioses, mientras que el hijo la puso en el Dios verdadero. Por eso uno llegó y otro no. Por eso de uno se dijo “…y murió en Harán…”, y de otro la Biblia dice: “…y salió a tierra de Canaán, y a tierra de Canaán llegó…”.
Continuará…
Dr. Sergio de la C. González
Apreciado Dr. Como todo lo que escribes, esta lectura me cautivó, y le di alas a mi mente y me encontré con la mujer de Lot, y le pedí a Dios que me dejara llegar a la Canaán prometida, que ya se acerca, gracias Sergio por todo lo que aprendemos con tu enfoque, espero la continuación, que creo sea tan buena, como la primera parte.
Bendiciones Dr. Espero estés mas consolado, salúdame a tu querida esposa e hijos.
Te queremos