Siempre me han llamado la atención los cuchillos de cocina de buena calidad y cuando pude adquirir uno, me sentía contenta cada vez que tenía la oportunidad de usarlo. Se deslizaba con facilidad y perfección por cualquier ingrediente que se le presentara delante. Hasta pudiera decir que en pocos días le llegué a tomar cierto cariño a mi cuchillo. Sin embargo, el uso hacía que con cada corte perdiera su filo y yo, confiada en que era de buena calidad, no imaginé que tan pronto necesitara ser afilado nuevamente. Le comenté al maestro lo disgustada que me encontraba, pues yo no pensaba que un instrumento tan caro, durara tan pocos días en su condición original. El maestro me miró asombrado de semejante comentario. Me explicó que todos los cuchillos necesitan ser afilados diariamente para que mantengan ese filo tan anhelado por sus dueños.
Desde ese día no he podido borrar de mi mente lo que aprendí de este cuchillo. Por muy bueno que parezca ser el instrumento, requiere ser afilado cada día. De otra manera va perdiendo su vitalidad y excelencia. Me sentí avergonzada, porque aunque no me considero como un instrumento de valor ante Dios, sé que El me escogió para una labor especial. Y en toda la trayectoria cristiana han transcurrido muchos días cuando no he acudido al Maestro para ser “afilada” con la palabra de Dios, con la oración, o el ayuno; que son la clave para que el instrumento se pueda mantener cumpliendo con su deber, con cabalidad y eminencia. Si por el desgaste natural de la vida, te sientes que has perdido la eficacia, te invito a que junto a esta melodía le pidas a Dios: “Restáurame”.
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¡Ay, qué manera de extrañar estas reflexiones llenas de gracia y esa música que nos ayuda a alabar de una manera a nuestro Dios. Gracias Dunesita, por favor, no te tomes esas vacaciones tan largas 🙂
A mi me ha sucedido lo mismo con mis cuchillos, y en el orden espiritual también. Creo que es la batalla que tenemos todos los que queremos agradar a Dios. Pero qué bueno que ahí está El, siempre fiel. Recuerdo un pensamiento que dice: «Renueva el corazón a cada hora y aprende a renacer cada mañana…»
Un fuerte abrazo