
-por Abrahan Fernandez
Corría el año noventa y cuatro, por aquel tiempo estaba trabajando en la casa pastoral de San Cristóbal, Pinar del Río; cada viernes iba hasta La Lisa a pasar el sábado, esa noche casi una hora antes de que empezara el culto la ya finada Amalia Sotomayor me dijo: “Abrahán vas a predicar hoy”. Gracias a Dios tenía un mensaje titulado: “Tú puedes”.
El domingo bien temprano salí caminando hasta la Novia del Mediodía para abordar el transporte que me llevaría hasta San Cristóbal, mientras lo hacía, iba pensando en el mensaje y en las tantas cosas que podríamos hacer como siervos de Dios, de pronto, entre todos esos buenos pensamientos se infiltró uno perturbador -puesto por ustedes ya saben quién- y era que también “podíamos” abandonar las filas, pero casi al mismo instante sentí la voz de Dios ripostando: ¡No te vayas porque te amo! El viernes siguiente una vez más Amalia me comisionó la predicación, en la que pude testificar lo que me había sucedido.
Todo este tiempo he tenido muy presente estas palabras para jamás apartarme de Aquel que me ama más allá de lo imaginable. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Jn.3:16) Nunca me canso de decir que somos gente privilegiada, piénsenlo un poco: tenemos por padre al Rey de reyes, somos amigos de su Hijo, envía ángeles para que nos cuide, nos sana si estamos enfermos, nos provee el alimento diario, a veces no sabemos cómo pero lo hace, gozamos de maravillas que hasta los ángeles anhelan mirar en ellas, nos ha regalado la salvación y ¡todo esto por amor! ¿Cómo entonces podría irme? Y mucho más si Él mismo me lo pidió.
Cuando veo a tantos que como el hijo pródigo desperdician esta hermosa herencia que nos ha dado el Señor, pienso que lo hacen porque olvidaron el amor incondicional del Padre Celestial, y me lo imagino mirando hacia el camino por si el hijo regresa al hogar. Mi esposa me dice que ya ella no sabría cómo vivir en el mundo, y tiene razón, allá afuera seríamos unos completos extraños.
Otros han hecho como Esaú y venden su primogenitura al mejor postor por un precio irrisorio, cuando en realidad, como dijera Pablo, todo en este mundo es estiércol ¿Se han preguntado alguna vez cuál era el valor real de la primogenitura de Esaú? Según el comentario Mundo Hispano lo que Jacob pidió a cambio del plato de potaje podría decirse de la siguiente manera:
“Esaú, a cambio de este plato de comida, tú me das lo siguiente: De los bienes de mi padre, cuando él muera, yo me quedaré con una porción que es doble que la tuya. Al morir papá yo seré el sacerdote y profeta de la familia, por lo tanto el líder espiritual con privilegios únicos delante de Dios. Dios ha prometido hacer de la descendencia de Abraham, nuestro abuelo, una nación grande; de aquí en adelante tu descendencia no contará para nada y seré yo quien ocupe el lugar de uno de los padres de la nación que Dios va a formar. Además Dios prometió darle al mundo un Mesías, y en lugar de que seas tú uno de sus progenitores, seré yo. Nuestros hijos y nietos cuando oren al Señor dirán: "Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob" y no dirán "Dios de Abraham, Isaac y Esaú".
No se quién leerá estas líneas, no se quién eres en este momento, pero si tu fe está flaqueando, entra a tu cámara secreta y pide fuerzas al Señor; irte no es la solución, ¿Que no te quieren los hermanos? ¡Qué importa si te Dios te ama! Su amor, y solo su amor debe interesarte. Búscale hasta que oigas que a ti también te dice ¡no te vayas porque te amo! Esta es una razón más que suficiente como para nunca irnos.
“¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación, ó angustia, ó persecución, ó hambre, ó desnudez, ó peligro, ó cuchillo? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo: Somos estimados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Rom.8:35-39