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Feliz Navidad amigos del Rincón
Feliz Navidad amigos del Rincón
Gracias Jesús, por nacer
¿Qué hubiera sido de nosotros si tú no hubieras nacido, mi lindo Jesús?
Con tu llegada hemos recibido paz, reconciliación, esperanza, sanidad, vida, amor, el amor que es lo más grande y lo que permanecerá para siempre. Nos has envuelto en la dulzura de tu amor, y con tu llegada nos has dicho cuánto nos quieres y cuánto valor tenemos en tu presencia. Eres el supremo regalo de amor. Por eso, aunque muchos en este día no quieren festejar tu llegada aquí a la tierra, yo quiero decirte: “Gracias Jesús, por nacer y traer con tu nacimiento la alegría de esperar verte cara a cara, porque tu venida me reconcilió con mi Padre celestial, porque “sólo hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Te despojaste de toda tu gloria, ofreciste tu vida para salvar la mía. Que sean mis lágrimas las que te digan desde lo más profundo de mi corazón: “¡Gracias Jesús, por nacer! Gracias por pagar mi deuda en la cruz. ¡No hay mayor amor que éste! Dios llevó nuestros pecados sobre sí mismo; este es el acto incomparable del amor de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, tomó el castigo en nuestro lugar. Él fue nuestro sustituto. Jesucristo, “el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios, como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Me uno a este compositor, porque tiene mi mismo sentir: “Con qué pagaremos el inmenso amor, que diste tu vida por mí un pecador. Señor Jesucristo conforta mi alma para que yo pueda seguir en la lucha y servirte mejor”.
Gracias Jesús, por nacer, por traer luz a este mundo lleno de oscuridad, por traer alegría donde había tanta tristeza, por llenarnos de tantas cosas lindas que sin ti no existirían, porque el mundo estaba lleno de egoísmo, de dolor, de afán, cargado de incomprensión, y tú lo has cambiado en gozo, en bienestar, bondad, fe y dulzura. Porque tú eres todo lo bueno y santo que hemos conocido. La desolación y desesperación las cambiaste en misericordia, en abnegación, enseñándonos el camino del perdón y las buenas acciones, para que andemos en humildad y grandeza de alma, como gente de bien, donde nos espera un mañana de gloria en los cielos, cuando seremos transformados y cantaremos en coro, el más bello de los cánticos de Sion, honrando y alabando tu nombre y celebrando por siempre a Jesús, quien un día nació para darnos el más hermoso de los ejemplos de lo que es la vida con Dios
Gracias Jesús, porque naciendo en Belén, también lo has hecho en mi ser. Siempre te celebraré y diré: “Gracias Jesús, por nacer”.
Din don, din dan
Que suenen las campanas en esta Navidad, anunciando al mundo la llegada del niño Jesús. Din don, diga nuestro corazón, porque Jesucristo, el niño de Belén, ha nacido dentro de nuestro ser. ¡Qué maravilla! Un Dios tan alto, tan grande, omnipotente, tan sublime y santo. Venir a esta tierra a sufrir, para cargar en Su vida todo el peso de la humanidad. Escarnecido, vituperado, maltratado, llevando el dolor de nuestras enfermedades y pecados para enclavarlos en la cruz, y con Su sufrimiento darnos vida y salvación.
Que repiquen las campanas, din don, din dan. ¡Ha nacido Jesús! Y en esta Navidad traeremos a nuestra memoria los sufrimientos del Mesías. Recordaremos porqué nació y, siendo tan sublime y hacedor de maravillas, ha entrado en mi pobre corazón !Quédate por siempre Jesús, en mí! El humano es tan mudable, tan inestable, y yo quiero que siempre sea Navidad, quiero seguir oyendo el doblar de las campanas anunciando tu llegada. Din don, din dan. Que me embelese ese canto. Y llena de admiración y gratitud me postre ante tu presencia, honrando tu nombre santo, y glorificando tu alteza y soberanía. A ti que me has amado con el más grande de los amores, a ti que sin poder pagarte, me has lavado con tu sangre y hoy soy limpia y tengo entrada a esa gracia. Din don, din dan, dicen las campanas y canta mi corazón. Din don, din dan, es la Navidad que regresa.
Feliz Navidad a todos nuestros amigos y lectores. Unámonos a las campanas, Din don, din dan.