Caminando por el camino que se hace al andar, recordé mis raíces, las recordé al caminar. ¿De dónde vengo y de cómo llegué aquí? Y una respuesta llega a mi mente;
Madre, sí madre querida, fue gracias a ti.
Tú me cuidaste mientras estuve en ti,
Me cantaste canciones de cuna y cuentos de lejanos y bellos lugares que llenaron mis noches de infancia. Tú fuiste madre la que me dio la ternura, el calor de tu regazo quito mis tristezas y me dio alegrías. Tus consejos me libraron de una u otra caída, tus consejos me cuidaron y me guardan aún hoy en día.
Cuánto te debo oh madre mía, si tan solo pudiera en un saco de lino fino poner las estrellas del cielo, oh madre para ti las pondría. Si tan solo pudiera darte el antídoto a la melancolía, madre con amor te lo daría. Tú arrugas me cuentan historias tristes e historias alegres, la historia de una vida ya hace muchos años vivida, momentos llenos de felicidad, momentos llenos de angustia. Madre, el peso de tu amor, no se puede pesar en balanza, el tiempo es el único testigo que conoce el peso de cada una de tus enseñanzas.
Madre, solo hay una y una para cada uno. El camino que marca tus pisadas, viene de muy lejos y aún hoy sigue su jornada. Ausente o presente sigues siendo de gran valor, oh madre sufrida! oh madre entregada.
¡Hoy, con el corazón en mi mano y con alegría te celebró Madre! Celebro con tierno y gran amor este Tú día.
Que haya bendición,
Nelson Baires