Feliz Navidad

No pasaré esta preciosa fecha por alto sin desear a nuestros queridos amigos del Rincón de Amistad una muy Feliz Navidad, glorificando una vez más a Dios por Jesucristo, reconociendo Su deidad; su nacimiento milagroso, aceptando la exactitud y la autoridad de la Biblia.  Jesucristo es Dios encarnado, esa es la hermosa verdad que celebramos en Navidad.  Si la historia de Su nacimiento es una leyenda entonces ¿dónde está el fundamento de nuestra fe? Cualquiera que rechace la deidad de Cristo rechaza absolutamente a Cristo, aunque aparente lo contrario. (1 Jn. 4:1-3)

¡Somos bienaventurados! El Hijo de Dios llegó a ser hombre para que el hombre llegara a ser hijo de Dios. Somos salvos debido a la gracia de la Navidad. Esto es una maravillosa realidad.

En medio de todo el materialismo y las ideas contrarias que en ocasiones asfixian el verdadero significado de la Navidad, tomemos tiempo para compartir las Buenas Nuevas con alguien hoy. El ángel anunció que hemos recibido “nuevas de gran gozo, que serían para todo el pueblo”. Dios desea que su mensaje se dé a conocer por todo el mundo. ¿Cómo va el mundo a conocerle si nosotros no llevamos el mensaje? Debemos ser valientes al llevar el mensaje de Jesús.

Recordemos que un gran día, los cielos se abrirán y las trompetas sonarán. Y los muertos en Cristo resucitarán. Y una vez más se escuchará al ángel. ¡Él ha regresado! El Salvador que llegó a nacer en un pesebre, regresa como Rey a gobernar y a reinar para siempre.  ¡Aleluya!! «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hch. 4:12

No tendrás dioses ajenos delante de mí

“No tendrás dioses ajenos delante de Mí.” Éxodo 20:3

Cuando lees este mandamiento de la ley de Dios, piensas que no eres culpable de idolatría porque tú no tienes ídolos, pero ¿has pensado qué es un ídolo para ti? Pues algo a lo que ames más que a Dios. «Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento». (Mr. 12:30). Algo a lo que temas más que a Dios: «Y no temáis á los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed antes á aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno». (Mt. 10:28) O algo en lo que confíes más que en Dios.

Dios no se contenta con que creas en El a medias, o que le temas a medias, o que digas que le amas. Dios demanda el primer lugar en tu vida, en tu mente, y en tu corazón. El es un Dios celoso y no habita en un corazón donde no tenga la preeminencia.

El mundo está lleno de personas que tienen ideas falsas acerca de Dios, que inventan dioses a su gusto, un dios tan amoroso que no condena el pecado, que ama a todos los hombres sin importar lo que hagan, un dios que no castiga el pecado en el infierno, en fin un dios débil e indulgente que puede ser dirigido, manipulado y aún sobornado por los hombres.

Preguntémonos a nosotros mismos cual es la imagen de Dios que tenemos en nuestra mente, y El nos libre de que sea una imagen falsa, que no concuerde con Su santa palabra, porque entonces estaríamos pecando de idolatría. Seamos honestos con nosotros mismos y meditemos para estar a cuentas con el solo Dios amoroso, justo, perfecto, sublime, santo y celoso que exige el primer lugar en nuestra vida y corazón.

¿Cuál es tu prioridad?

En este tiempo ya las noticias de los que se han anunciado como candidatos para la presidencia de este país están tomando el primer lugar, y son varios los que se han anunciado, como Hilary Clinton, Ted Cruz y Marco Rubio entre otros. A pesar de que algunos de ellos son creyentes, en sus anuncios siempre hablan de sus prioridades, todas metas cortas de esta vida terrenal.

Si le hacemos esta pregunta a cualquier compañero de trabajo, o al vecino o a alguien que encontremos en el supermercado nos asombraremos al ver que todos nos dan las mismas respuestas. “Ganar mucho dinero”, “viajar y divertirme”, “casarme y comprarme una casa”, etc.

Si seguimos la conversación podemos decirle. Bueno, si logras alcanzar esas metas, las alcanzas, envejeces y mueres, ¿y después? ¿No hay algún otro propósito más importante que gobierne tu vida? Y seguramente nos van a mirar como extrañados, porque no entienden qué puede ser más importante que ganar dinero y divertirse. Nos llena de tristeza entender que esa es la situación en que se encuentra este mundo en cualquier lugar y en cualquier cultura, desde los más estudiados hasta los más ignorantes, ninguno sabe para qué fue creado y qué debe tener prioridad en sus vidas.

¡Qué hermoso privilegio ha tenido el hombre que ha recibido el conocimiento de Dios! Que aunque no sea una persona de estudio ni de renombre, sabe quién lo creó y por qué está en el mundo y además de eso tiene una visión gloriosa de hacia dónde va y sabe cuál es el propósito de su vida y cuáles sus prioridades. Ni responsabilidades materiales, ni profesiones, ni alguna relación terrena lo apasiona al extremo de ocupar el primer lugar en su corazón. Ese lugar especial pertenece a su Señor. Ninguna posesión, aun cuando sea valiosa, se interpone entre Él y su Creador. Glorifica a Dios que es quien le da las habilidades para ganarse el pan; le agradece el poder obtener para su sustento y el de su familia y el poder ayudar a otros. Y al mismo tiempo, aprovecha las oportunidades para compartir su fe y hasta hace de su trabajo una plataforma desde donde levanta el nombre de Jesús en alto día a día.

Mi consejo, mis queridos amigos, es que nos esforcemos en el nombre de Jesucristo por tener muy claras nuestras prioridades. Que pongamos en su lugar las cosas materiales que poseemos, en la lista de las cosas menos importantes, después de Dios; después de nuestros familiares; después de nuestros hermanos en la fe. Que pongamos ante el Señor nuestro trabajo, nuestras relaciones y nuestras posesiones, porque El debe ser lo principal en nuestra vida; lo más importante y nuestra prioridad será buscar Su reino y Su justicia, seguros de que cumplirá la promesa de que cuando esto hagamos, El hará que todas las demás cosas sean añadidas. Las cosas materiales y el afán de esta vida, no deben impedirnos el avance por la estrecha senda que nos conduce a la patria celestial.

¿Nuestra prioridad? Vivir para la gloria de Dios, glorificarle y alabar Su nombre porque venció la muerte y ganó la vida eterna para nosotros pobres criaturas caídas, sin importarle el dolor y el sacrificio porque nos amó con amor eterno.

Gocémonos con esta preciosa melodía y que nuestra alma rebose de gratitud por el maravilloso milagro de amor de nuestro Salvador.

La Navidad

Mis queridos amigos, creo que es justo que comparta con Ustedes en nuestro rincón mis sentimientos, o como diría el Doctor en sus Enfoques: “mi modesta opinión”, acerca de esta temporada de Navidad, porque a mí me llena de alegría, de un gozo profundo que no se basa en nada de las cosas de esta tierra, ni en regalos, ni en ricas comidas… ni siquiera en algo que nos produce unas de las mayores dichas, la de reunirnos con la familia, para compartir.

El regocijo que siento en esta temporada navideña, es algo que trasciende todo lo terrenal, por eso, nada puede opacarlo. Se debe a que celebramos la encarnación del mismo Dios, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Celebramos Su nacimiento por lo que Él es, el Hijo de Dios y por lo que vino a hacer, salvarnos de nuestros pecados.

Adonde quiera que vamos escuchamos villancicos, canciones bellas sobre el nacimiento de nuestro Señor. Este interés general parece el momento ideal para explicar a todos el significado de estos preciosos himnos y las verdades profundas que proclaman, sobre todo a los que no conocen a Cristo y esto lo podemos hacer en cualquier lugar que nos encontremos. Qué bueno que todos hiciéramos el esfuerzo de compartir la verdad de la gracia de Dios con amigos no creyentes, compañeros de trabajo y familiares, pues compartir la verdad del Evangelio y la esperanza que se haya en Jesús es el mejor regalo que se le pueda dar a alguien en las Navidades y en cualquier ocasión.

Los ángeles anunciaron aquella bendita noche: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Lucas 2:11). Él es nuestro Salvador, el único que puede salvarnos de nuestros pecados, y es nuestro Señor, el Mesías prometido, enviado de Dios. Él debe ser Señor de nuestras vidas no solamente en este tiempo, sino siempre.

Preparemos nuestro corazón para alabar a Dios por el don de la encarnación, Dios hecho hombre. Que esto nos mueva a la adoración y a un profundo agradecimiento porque el mismo Dios, el Verbo Eterno el Creador de todas las cosas, la vida y la luz del mundo, se hizo carne y habitó entre nosotros para darnos salvación y vida eterna.

Hay algunos que piensan que no es bueno celebrar este día por sus orígenes paganos. Hay un escrito que le puede aclarar muchas dudas, por Nathan Busenitz, titulado: ¿Está Fundamentado el día de Navidad en el Paganismo?

Les deseo a todos mis amigos una feliz Navidad, llena de paz, como cantaron los ángeles anunciando la llegada del Mesías: Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz y buena voluntad para con los hombres.

¡Prediquemos!

Si me hubieran dicho, unos años atrás, que esto iba a suceder en los Estados Unidos, yo no lo hubiera creido, hasta hubiera pensado que el que me lo estaba diciendo estaba perdiendo sus facultades mentales.

Pues sí está sucediendo en el estado de Idaho, en Estados Unidos. El pastor que se niegue a casar una pareja de personas del mismo sexo se enfrentá a un máximo de 180 días de cárcel y hasta $1,000 en multas por cada día que se niegue. En otras palabras, si se niega por una semana, podría ir a la cárcel por más de tres años y se enfrentará a $7,000 en multas.
Esta fue una nación fundada en los principios biblicos. Si los peregrinos resucitaran no podrían creer lo que está pasando. Ellos dijeron que venían al Nuevo Mundo “para glorificar a Dios y extender la fe cristiana.”. Muchos eruditos creen que el acuerdo inicial para el autogobierno que se encuentra en el Mayflower Compact se convirtió en la piedra angular de la Constitución de EE.UU. El historiador británico Paul Johnson dijo: «Es un documento sorprendente . . . Lo que era notable acerca de este contrato específico era que no era entre un siervo y un amo, o un pueblo y un rey, sino mutuamente entre un grupo de personas de ideas similares, y con Dios como testigo y confirmante simbólico».

Podemos ver también la importancia que daban a la educación cristiana en la reglas de muchas de las primeras universidades. Las Leyes y Estatutos de la Universidad de Harvard, en 1643, decía: «Sea todo estudiante instruido claramente e impulsado celosamente a considerar que el principal fin de su vida y de sus estudios es conocer a Dios y a Jesucristo, que es vida eterna (Juan 17:3).»

La Universidad de Yale contenía dos requisitos en su acta de constitución de 1745: «Todos los estudiosos vivirán vidas religiosas, piadosas e intachables de acuerdo con las reglas de la Palabra de Dios, leyendo diligentemente las Sagradas Escrituras, la fuente de luz y verdad; y constantemente atendiendo a todos los deberes de la religión, tanto en público como en secreto». ¡Qué belleza!

Podría seguir citando un sin fin de pedazos de la historia de la fundación de los Estados Unidos, “Una Nación bajo Dios”, pero tomaría mucho tiempo. Ahora la nación es tan diferente que parece otra, la iglesia es considerada, no solamente como algo irrelevante sino dañino. Y el antagonismo contra el cristianismo es ya casi una epidemia. Sin embargo, dice una encuesta que más personas están viniendo a Cristo que nunca antes en la historia del cristianismo. En la ciudad de Nueva York se reunieron miles de cristianos de todo el mundo para orar, adorar, y colaborar en la predicación del evangelio. Y a través de todo el mundo hay movimientos increibles de almas que se están entregando al Señor. Creo que “Dios está añadiendo a su Iglesia los que han de ser salvos”.

Todas estas cosas me hacen pensar que quizás estamos a solo pocas horas antes de que nuestro Señor Jesucristo regrese a rescatar a su iglesia y Dios derrame su ira sobre el mundo por rechazar a su Hijo. No sé si tenemos horas, días, meses o años, pero como cristianos, necesitamos predicar la verdad del Evangelio. Nuestro trabajo consiste en advertir a los pecadores de las consecuencias del pecado y mostrarles que Dios es amoroso y misericordioso, dispuesto a perdonar si venimos a Él en arrepentimiento y fe. Que deben aceptar el sacrificio de Cristo en la cruz. Esto es lo que debemos predicar. Esto es lo que más importa en este mundo. No tenemos que subirnos a un púlpito para decir eso a las almas. Desde nuestro trabajo, en los supermercados y hasta en nuestros propios hogares, si hay alguno que no se ha convertido, podemos y debemos proclamarlo.
El Ébola, un virus que en poco tiempo ya ha cobrado la vida de más de 1.000, almas, nos recuerda la urgencia de predicar el Evangelio, mientras tenemos la oportunidad. Cristo dijo: «Entre tanto que el día dura. La noche viene, cuando nadie puede obrar”. (Juan 9: 4).