Acababa yo de cumplir 16 años, cuando conocí a Antonio Rodríguez Pulgarón. Llegó a la conferencia Internacional de nuestra iglesia, la última que se celebró en Tampa, con su guitarra, su voz agradable y su porte elegante, y nos impresionó a todos con sus formas educadas y su dulce sonrisa, sus alabanzas que eran nuevas para nosotros y el hecho de que venía de México. En verdad era una persona especial y con solamente conocerle, te podías dar cuenta.
Cuando supe que iba a ser parte de mi familia por el lado de mi madre, me invadió una gran alegría, porque se iba a convertir en uno de mis primos. Y así fue en realidad, un primo de verdad. Siempre me quiso con un cariño sincero y yo sentía que me distinguía por la forma tan especial que usaba para tratarme, ( pero yo creo que era así con todo el mundo, porque en realidad no sabía ser de otra manera, y ese era uno de sus atributos, hacer sentir a todo el mundo, especial) . Fino, caballeroso y lleno de respeto, Tony fue durante todo el tiempo en que tuve el privilegio de tratarle, uno de mis primos predilectos.
Durante muchos años, todos los veranos, mi esposo y yo con nuestros hijos, viajábamos a Fort Worth y como en ese entonces Tony y Rachy con su familia vivían en Dallas, siempre nos invitaban a visitarlos para que almorzáramos con ellos. Nos recibían con una alegría tan grande y nos trataban con tanta especialidad, que no sentíamos deseos de irnos de aquella casona que tenía la particularidad de albergar en diferentes y preciosos departamentos, mucha gente linda, familia nuestra, muy amada por nosotros. Pasábamos una tarde muy feliz ¡y qué delicia de menú! Y cuando comenzábamos a preguntar quién había cocinado, para felicitarle, nos decían que era Tony . Y siempre fueron delicias las que nos brindaron en todas las muchas oportunidades que los visitamos.
Aunque vivíamos distantes, cada vez que nos encontrabámos, era como si nunca nos hubiéramos separado… porque el verdadero afecto no se desgasta con la distancia, ni se opaca con la ausencia, antes por el contrario, se mantiene en reposo, para renacer con más fuerza en un próximo encuentro…
Anoche me llegó el aviso de que ya el Señor lo había recogido, y las lágrimas corrieron abundantes por mi rostro mientras pensaba en lo difícil de la separación, en el dolor de su familia y en lo breve de nuestro tiempo aquí en esta tierra y como en un segundo puede llegar el momento de nuestra partida, cuando menos lo esperas. Y fui consolada al darme cuenta que personas como Tony, que hayan vivido como vivió él, están selladas para el día de la Redención . Y es que él vivió en paz con Dios y con los hombres, y no tenemos dudas de a dónde pasará la Eternidad.
Pero mientras llega ese momento, cuando al toque de la final trompeta, porque sonará la trompeta, y el mismo Señor con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y se levantarán los muertos en Cristo, primero que los demás, lo vamos a extrañar. Su sonrisa amable, sus suaves palabras y su andar cristiano, dejan un vacío que nadie puede llenar, pero saber que un día nos volveremos a reunir, debe llenar nuestro corazón de paz y de sincero anhelo de andar como él anduvo para poder gozar de esa oportunidad. Descansa en paz, querido primo Tony…
¡Ay mi hermano, en el mañana te veremos! Y este pensamiento me consuela en el Señor.
Judith Stone