¿Cesaron los dones espirituales?

¿Cesaron los dones espirituales? Y si no, ¿por qué hay tantos que se equivocan todo el tiempo en sus profecías? Me parece que no hay mucha moderación, y el desenfreno confunde y alarma a muchos.  Por favor, ayúdenme con esto.  Gracias.

Hola.  Sus preguntas tienen mucha validez, y nuevamente entramos en un tema sobre el que ha habido mucha polémica a lo largo de la historia de la iglesia.  No obstante, haremos un intento por señalar ciertos puntos categóricos con el fin de hilvanar bien las ideas, sin entrar en polémicas.

Por un lado tenemos a los cesacionistas.  El cesacionismo enseña que los dones se acabaron con los apóstoles de Jesucristo.  No todos los cesacionistas creen de la misma manera.  Está el cesacionismo fuerte, que cree que Dios no sólo no obra por medio de los dones espirituales en Su iglesia, sino que tampoco lo haría, y para ello emplean algunos argumentos.  Entre los cesacionistas débiles están los que creen que ya cesaron los dones, pero Dios puede, si así lo deseara, investir o ungir a alguien con algún don espiritual específico.  Entre los muchos argumentos que emplean éstos, está el preferido por la ‘alta reforma’, y que es el argumento del cierre del canon.  A largos rasgos, y sin entrar en detalles, va así más o menos: Ya tenemos la Biblia.  La Biblia es la única fuente inspirada por Dios, por lo tanto, cualquier profecía fuera del canon bíblico sería añadirle a la palabra de Dios, y eso nos hace rechazar la idea de la continuidad de los dones.  Hay otros que también utilizan otros argumentos, como el de la profecía que resulta falsa o como los muchos abusos dentro del movimiento carismático, p. ej.: el evangelio de salud y prosperidad, el movimiento de fe, la nueva reforma apostólica, etc.

Por otro lado el continuismo enseña que los dones no han cesado.  También estos varían en sus maneras de ver las cosas.  El pentecostalismo y el movimiento carismático en general creen que todos los dones permanecen.   Los carismáticos hablan de las cinco categorías o dones espirituales: administración, apostolado, liderazgo, pastoreo y enseñanza.

Lo que vemos entre el cesacionismo y el continuismo es una tensión en la que no aparece un académico dispuesto a darle validez al otro.  O cesaron los dones o no cesaron, y creo que es ahí donde nos equivocamos.  Arriba mencionamos el argumento del cierre del canon.  Ese argumento suele infundir temor y parece ser fuerte, pero si lo analizamos cuidadosamente, ni es un argumento fuerte ni debe infundirle temor a nadie.  Podríamos explicarlo, pero ese no es el tema que ahora nos ocupa.  Te recomendamos buscar alguna literatura a favor y en contra, estudiar el tema a la luz de la Escritura y así puedes llegar a una conclusión.

Hemos dejado entrever que es posible que haya algo de error en ambos, porque son excluyentes y categóricos.  Lo que es más probable, a la manera nuestra de ver las cosas, es que no hay evidencia bíblica de que hayan cesado los dones y tampoco hay evidencia bíblica para no censurar o disciplinar a aquellos en la iglesia que pretenden hablar en nombre de Dios cuando lo que hacen es malinterpretar sueños o supuestas visiones que no pasan de ser fenómenos de sus imaginaciones o lo que es peor, pretensiones humanas con las que se engañan.

Lo cierto es que hay mucha evidencia bíblica que nos muestra que Dios, en muchas ocasiones, guarda silencio, y Su palabra es muy estimada –escasa- (1 Samuel 3:1) y no hay visión durante ese período de tiempo.  Debemos creer la palabra de Dios.  No han cesado los dones, no hay nada en la Biblia que lo diga.  No debemos apuntar a falsos profetas para decir que los dones cesaron.  Y tampoco debemos ‘forzar’ la mano de Dios a darnos visiones, sueños, profecías o sanidades, cuando Dios está posiblemente poniendo nuestra fe a prueba, para que aprendamos a esperar en  Él.

La señal de la bestia

P. Hermanitas, he oído a algunas personas de mi iglesia decir que hay que cuidarse de la vacuna contra el Covid 19 porque será la señal de la bestia.  ¿Qué dicen ustedes sobre eso?

R. Amiga, mucho se ha escrito de la señal de la bestia y de su número, y mucho de todo cuanto se ha escrito ha sido sin buen fundamento bíblico.  Vamos a ponernos los lentes bíblicos y examinar varias cosas necesarias antes de considerar la señal de la bestia.

Satanás, el padre de la mentira, no inventa las mentiras al aire, sino que utiliza la verdad para disfrazar su mentira.  Él conoce las Escrituras y las usa para sembrar duda y confusión en las mentes.  Él no necesita confundir a los incrédulos más de lo que ellos mismos se confunden, sino que desea confundir a los creyentes, para hacerles negar a Cristo.  ¿Cómo utilizaría Satanás las Escrituras en algo como la señal de la bestia para confundir al mundo?  Con la Escritura, obviamente.  ¿De qué manera?  Veamos qué paralelo hay entre esta señal en la mano derecha o la frente con la palabra de Dios.

La importancia de la salida de Egipto, de la manifestación de la santidad de Dios en Su ira contra los dioses egipcios, por lo cual decidió derramar la copa de Su juicio diez veces sobre esa tierra, no se puede exagerar.  Dios le recuerda a Su pueblo una y otra vez la salida de Egipto. Por algo es.  Su importancia no queda en la historia, sino que tiene una importancia escatológica que Satanás conoce y le teme.  Dios exige a Su pueblo, por medio de Moisés, recordar la Pascua como una de las solemnidades que se había de celebrar año tras año.  Aquello era señal y sombra de algo mayor, Cristo, nuestra Pascua.  Y es precisamente porque aún queda otro éxodo por cumplirse, del cual el primero era sólo un tipo, una señal y sombra, el gran éxodo en el que nuestra Pascua ha marcado nuestras frentes con Su sangre para no recibir la ira de Dios que viene sobre los injustos, es precisamente por eso que Satanás intentará hacer burla de algo que Dios exigió de Su pueblo cuando el primer éxodo.  ¿Qué fue?  La señal de Dios, en contraposición a la señal de la bestia.  La salida de Egipto y los mandamientos de Dios, ordenó Dios ponerlos como “señal sobre tu mano y como un memorial delante de tus ojos –la frente- (Éxodo 13:9)”.  Y les ordenó que las atara como señal en la mano y como frontal entre sus ojos –las filacterias-(Deuteronomio 6:8).  ¿Qué nos dice esto?  Que Satanás desea burlar aquello, que tiene un significado escatológico sagrado, sublime y glorioso, para deshonrar y blasfemar a Cristo. ¿Cómo? Con su propia señal, sobre la mano –derecha en esta ocasión- o sobre la frente.  ¿La señal de Dios que hacía?  Aquél ritual simbolizaba que los hijos de Israel pondrían las palabras de Dios sobre sus corazones y almas (Deuteronomio 11:18).  En contraposición, la señal de la bestia intenta hacer lo mismo, pero con las palabras de mentira de Satanás.  Y ¿cuál es esa mentira?  Juan nos da la respuesta: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo (1 Juan 2:22)”.

Luego, en resumen, no nos preocupemos por una vacuna que nada puede negar.  No nos preocupemos por un microchip que tampoco muestra nada.  La señal de la bestia es una declaración, que se obligará a poner sobre la mano derecha o sobre la frente, para poder comprar y vender.  De otra manera uno moriría de hambre.  Pero esa señal, para ser la señal de la bestia, tiene que conformarse a lo que la Escritura declara: Primero, será impuesta por el falso profeta, y todavía no le hemos visto, y segundo, debe tener una declaración con el espíritu del anticristo.  ¿Cómo? Algo así como un tatuaje o algo tan sencillo como un pañuelo sobre la frente que diga palabras como: “Dios es uno y Mahoma es su profeta.  Dios no tiene hijos”.  Ya esa declaración hace más de un milenio que está escrita sobre las paredes del interior del altar que ocupa el lugar donde estuvo una vez el templo de Jerusalén.

Quien tiene oídos para oír oiga.

¿Quiénes son los dos testigos de Apocalipsis 11 y cuándo serán revelados? (II)

Todo Israel será salvo

Hemos comenzado analizando el texto con los sucesos cronológicos. Eso nos permite unir todas las profecías bíblicas concernientes a ese tiempo de Daniel 9:27 y que Cristo menciona explícitamente en Mateo 24:15 y Marcos 13:14. Ese es el marco de referencia. Los que vean la abominación de la desolación sabrán ya, sin lugar a dudas, que estarán viviendo en la última parte de los ‘siete’ o la última semana de la profecía de Daniel. Ahora veremos otra profecía que está relacionada con ese tiempo, la salvación del Israel nacional-étnico, del que habla Pablo en Romanos 11. Diríamos que la mayoría de los comentaristas –los no preteristas o aquellos que se suscriben a una teología del reemplazo- dicen que Pablo hace referencia a Zacarías 12:10. En eso estamos de acuerdo. Entre estos comentaristas, muchos afirman que eso sucederá en el momento en que los judíos miren la señal del Hijo del Hombre en el cielo, o cuando vean a Cristo descender en las nubes. La dificultad que tenemos con esa interpretación es que la mayoría de los judíos ya no estarán en Jerusalén en ese momento. No olvidemos que “habrá entonces grande aflicción, cual no fue desde el principio del mundo hasta ahora ni será” (Mateo 24:21). La mayoría de los judíos estarán esparcidos por muchas partes, incluyendo el desierto: “Empero he aquí, yo la induciré, y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón… …Y allí cantará como en los días de su juventud, y como el día de su subida de la tierra de Egipto” (Oseas 2:14-15), “Y fueron dadas a la mujer dos alas de grande águila, para que de la presencia de la serpiente volase al desierto, a su lugar, donde es mantenida por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (Apocalipsis 12:14), es decir, por 42 meses, o 1,260 días, que son tres años y medio, la última parte de la semana de Daniel. Pero el llanto del que habla Zacarías 12:10 no es uno de terror por las cosas que le sobrevendrán a Israel, sino un “espíritu de gracia y oración” que les enviará Dios y llorarán arrepentidos, al fin reconociendo a su verdadero Mesías. Por eso es muy posible que ese espíritu de gracia y oración comience en la primera parte de la última semana de Daniel 9:27, durante esos tres años y medio, coincidiendo con el derramamiento del Espíritu de Dios sobre la Iglesia en todo el mundo. He ahí los dos testigos, las dos olivas y los dos candeleros que están delante del Dios de toda la tierra.

Resumen

Antes de la venida del Señor, pero desde el momento en que la semana de Daniel 9:27 -los últimos siete años- comience a contarse, es posible que suceda algo en Israel, algún descubrimiento arqueológico, que sacuda el mundo de los judíos por toda la tierra. Ese descubrimiento despertará el interés de los judíos en el Jesús de Nazaret a quien ellos traspasaron. No todos lo creerán, pero habrá un avivamiento como nunca antes lo hubo, a nivel internacional, entre los judíos. Aquello será el comienzo del espíritu de gracia y oración que les enviará Dios. Sera progresivo, pero impactante. A la misma vez la cristiandad a nivel mundial experimentará el avivamiento más extenso y poderoso que la iglesia haya conocido. Profecías, milagros de sanidad, conversiones, sueños y visiones.

El mundo incrédulo se irá resintiendo con todo eso. Los que odian a Israel irán guardando mayor odio y desprecio por ella y por los cristianos, pero se verán impotentes para obrar. “El que ahora impide” los refrenará y no podrán obrar en contra de toda esa bendición. Eso tendrá una duración de tres años y medio, 1,260 días (Apocalipsis 11:3). Después de los cuales el que ahora impide será quitado (2 Tesalonicenses 2:7), y se acabará esa etapa de gracia, tanto para la iglesia como para Israel. Los infieles en la iglesia comenzarán a dudar y serán engañados. La apostasía cobrará un auge que jamás se vio en toda la historia de la iglesia. Cientos de miles, o quién sabe si millones, negarán a Cristo abiertamente. La bestia invadirá a Jerusalén. Ni la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., ni el Holocausto de la segunda guerra mundial se han de comparar con lo que será en muy corto tiempo contra la “simiente santa” y después contra la iglesia. “Y cuando ellos (los dos testigos) hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará (Apocalipsis 11:7). Por “tres días y medio”, simbolizando el período de tres años y medio en que obrará la bestia, “serán echados sus cuerpos en las plazas de la grande ciudad… donde también nuestro Señor fue crucificado” v. 8. Es decir, la bestia ocupará la santa ciudad y hará la abominación “que estará donde no debe” (Marcos 13:14). Los moradores de la tierra se alegrarán y enviarán regalos unos a otros v. 10. Y después de los tres días y medio (v. 11) será la resurrección.

Pero aunque la bestia estará obrando por 1,260 días, 42 meses, “aquellos días serán acortados” para los elegidos. Cristo vendrá antes de que la bestia termine su tiempo. No sabemos cuándo, pero será antes de que la bestia termine su obra.

“El que no amare al Señor Jesucristo sea anatema. ¡Maranata!” 1 Corintios 16:22

¿Quiénes son los dos testigos de Apocalipsis 11 y cuándo serán revelados?

P. Hola, amigas del Rincón. Me gustaría saber si ustedes tienen alguna opinión acerca de quiénes podrán ser los dos testigos de Apocalipsis 11 y el tiempo en que vendrán. Gracias.

R. Hola amiga. Es importante recalcar que la respuesta a esta pregunta no podrá ser dada como reflejando la opinión de cada una de nosotras aquí en el Rincón de Amistad, ya que hay un sinnúmero de opiniones acerca de esto, desde el primer siglo de la Iglesia hasta nuestros tiempos. No obstante, haremos el intento, siempre y cuando quede claro que la interpretación aquí dada, no solamente no será posiblemente la de todos los que aquí escriben, sino que tampoco debe ser algo sobre lo cual el Cuerpo de Cristo se divida, ya que no se trata de un dogma, sino de una interpretación sobre una profecía que ha sido muy difícil de comprender durante toda la historia de la Iglesia.

Primero, la Escritura se interpreta a sí misma. Segundo, el sentido literal en su contexto es el que recomendamos siempre seguir, siempre y cuando el texto lo permita. Comencemos con el orden de los sucesos en ese texto.

Orden cronológico

Algunos creen que sucede a partir de la ‘abominación de la desolación’, cuando el anticristo invada a Jerusalén, dado que a Juan se le dice que mida el templo que será dado a los gentiles que hollarán la ciudad 42 meses. Esa introducción al capítulo 11 es posible que sólo sea eso, una introducción para luego explicar lo que sucederá. Es muy posible que el testimonio de esos dos testigos no sea durante la segunda mitad de Daniel 9:27, sino que será durante la primera mitad. Lo decimos porque el versículo 7 nos dice que “cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará”. Eso nos dice que la ‘bestia’, el anticristo, todavía no ha invadido a Jerusalén y cometido la abominación desoladora. Todo esto lo explicaremos más adelante, pero por ahora sigamos con el orden de sucesos. Luego de estar tres años y medio dando el testimonio del Señor, la bestia será revelada, invade a Jerusalén, los matará y estarán tres días y medio fuera de Jerusalén, después de los cuales resucitarán y subirán al cielo. El capítulo concluye con al arca del testimonio vista en el cielo.

Antes de hablar de la identidad de estos dos testigos, notemos que el Apocalipsis no se puede entender como una sucesión de hechos cronológicos en término de sus capítulos, porque de ser así tendríamos los mismos hechos repetidos una y otra vez. El libro nos presenta tres visiones fundamentales con distintos detalles en cada visión, pero refiriéndose a lo mismo. No entraremos en esos detalles ahora para abreviar la respuesta, pero notemos que en el capítulo 15:5 Juan vuelve a ver el tabernáculo del testimonio abierto en el cielo. Estas dos visiones son el mismo suceso explicado desde otra visión para añadir más detalles. En ambos casos, antes de ver Juan el arca del pacto en el cielo abierto, le preceden los santos ya resucitados. En el capítulo 11 se glorifica a Dios porque ahora dará el galardón a los santos, y en el capítulo 15 tienen las arpas de Dios en el cielo. Es decir, ya la resurrección se efectuó antes de Juan ver el arca del testimonio en los cielos abiertos. Este hecho será importante para lo que luego diremos.

La identidad de los testigos

Dijimos arriba que el sentido literal en su contexto es el que seguimos, siempre y cuando el texto lo permita. El versículo 4 apunta a Zacarías 4, por cuanto las palabras son casi idénticas. Estos dos testigos están delante del Dios de la tierra, pero son las dos olivas y los dos candeleros. En Zacarías 4 también hay dos testigos representados como dos olivas que están delante del Señor de toda la tierra. Los dos testigos en Zacarías 4 son Josué, el gran sacerdote, y Zorobabel, el gobernador de Jerusalén encargado de la construcción del segundo templo. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” vs. 6. El aceite representa el Espíritu de Dios. Estos dos hombres que serán llenos del Espíritu de Dios para lo que harán es el tema que se toma en Apocalipsis 11 para decir que los dos testigos vendrán con la misma fuerza del Espíritu de Dios. Ahora, la pregunta que habría que responder sería si estos dos testigos son dos hombres o dos grupos que darán un testimonio especial inmediatamente antes de la invasión del anticristo. Puede que sean dos hombres o puede que sean dos grupos. Es posible que la explicación de los dos grupos tenga mayor validez bíblica en términos proféticos. Veamos.

Joel 2:28-32 y Hechos 2:14-21

En el primer sermón de Pedro, él cita la profecía de Joel 2:28-32. Muchos comentaristas afirman que Pedro está anunciando el inicio del cumplimiento parcial de la profecía de Joel, habiendo aún otros aspectos de la profecía por cumplir. El tema de la profecía de Joel es el ‘día de Jehová’, la venida de Cristo. Pedro lo toma como el inicio del cumplimiento de los últimos tiempos, es decir, desde hace casi dos mil años estamos ya en la última etapa de la historia de la redención. Es la última hora, es el último tiempo, desde la iglesia primitiva. Es el ‘ya, pero todavía no’ del cumplimiento profético, un tema muy recurrente en toda la Biblia. Lo que los apóstoles experimentaron, con grandes señales y milagros y sanidades, fue lo que algunos llaman la “lluvia temprana” de la iglesia, quedando aún la “lluvia tardía” por cumplirse en la iglesia inmediatamente antes de la revelación del anticristo. Pero esta lluvia tardía no es solamente un derramamiento del Espíritu de Dios sobre la iglesia, sino que se extenderá al gran milagro del “todo Israel será salvo” del que habla Pablo en Romanos 11.

Todo Israel será salvo

Continuará

Acerca del tiempo del fin

P. Siento que la venida del Señor está ya muy cerca. ¿Me pueden decir qué creen acerca de todos los acontecimientos a nivel mundial, por ejemplo, los terremotos en distintas partes, los saltamontes que están invadiendo países enteros, el coronavirus, la degradación de la sociedad, entre otras cosas, y relacionarlo con lo que el Apocalipsis describe? Cuando veo todas estas cosas me parece que estoy viendo el Apocalipsis manifestándose en la realidad actual.

R. Hola amiga. Gracias por la pregunta. El tema de los últimos tiempos es algo muy controvertido. Mucho se ha escrito y enseñado al respecto. También ha habido mucha irresponsabilidad a la hora de exponer dichas enseñanzas, y por eso hay muchas iglesias que prefieren mantenerse al margen y no tocar el tema, para no ofender o para no alentar contiendas. Creemos que eso es un error, ya que nuestra redención está en nuestra esperanza de gloria: Cristo, y Su segunda venida.

Es verdad que todos sentimos que la venida del Señor se acerca a pasos agigantados, y creo que en eso no nos equivocamos. No obstante, no vemos una relación directa con las cosas que están sucediendo y el Apocalipsis. Lo decimos porque en el Apocalipsis todo comienza a partir del rollo con siete sellos que el Señor va abriendo uno a uno, el primero de los cuales revela a quien creemos ser el anticristo. Mientras no sepamos de la existencia de ese ‘inicuo, hijo de perdición’, a quien el Señor destruirá con el ‘espíritu de Su boca’ en Su segunda venida, no podremos relacionar estos sucesos con los siete sellos del Apocalipsis.

Lo que sí creemos es que estas cosas las hace Dios para despertar a muchos, sirven como un presagio de lo que ha de venir, para que las personas regresen al temor de Dios, se arrepientan y crean en Jesucristo.

El Apocalipsis no se puede entender sin antes leer las profecías del Antiguo Testamento, a las que apunta en casi todas sus descripciones del fin. Te sugerimos leerlas detenidamente y en oración. No creas ciegamente a todo lo que digan los libros o al sensacionalismo que hoy día abunda en la Internet. Oración, lectura de la Escritura y algunos libros de comentarios pueden ayudarte.

Para concluir, te diremos qué es lo que no aceptamos, porque no lo vemos en las Escrituras:

No aceptamos el dispensacionalismo pretribulacional; la creencia que Jesucristo vendrá de manera invisible para ‘arrebatar’ a los redimidos y llevárselos al cielo antes de Su segunda venida.

No aceptamos ninguna de las creencias preteristas; la creencia que todas las profecías ya se han cumplido.

No aceptamos el amilenialismo; la creencia que estamos actualmente viviendo el tiempo de los ‘mil años’ de los que habló Juan en Apocalipsis 20. Ellos niegan que haya un reinado de mil años de Cristo en la tierra a partir de Su segunda venida.

No aceptamos el postmilenialismo; la creencia de que Cristo vendrá después de los ‘mil años’ y las cosas irán mejorando con el tiempo hasta llegar el momento en que el mundo estará, en su mayoría, cristianizado y recibirá al Señor en el aire para que reciba a Su iglesia.

Nosotros creemos en el premilenialismo, la creencia de que Cristo vendrá antes de los ‘mil años’ y establecerá Su reinado aquí en la tierra, desde la ciudad donde está el Nombre de Jehová: Jerusalén. Ese reinado durará mil años, durante los cuales Satanás y los suyos estarán atados en el abismo, y después de los cuales será nuevamente suelto, engañará a muchos y hará guerra contra Cristo y los suyos. Luego descenderá fuego del cielo y los consumirá y Satanás y los ángeles caídos serán echados en el lago de fuego y azufre.

No alegorizamos las Escrituras, ni las interpretamos de tal manera que se acomoden a nuestros esquemas tradicionales. Las entendemos tal y como ellas nos lo declaran. Sin complicar las cosas. Si eso hubieran hecho los discípulos que iban en el camino a Emmaús, se habrían ahorrado que Jesús les dijera “insensatos y tardos de corazón para entender lo que los profetas han dicho”.

Por último, no hay necesidad de apesadumbrarse, sino sólo en cuanto a la preocupación que nos causan las personas a quienes amamos y no andan con Jesús. Es tiempo de ayuno y oración, pedir incansablemente por ellos, y hacer todo lo posible por sembrar la semilla del evangelio en sus corazones, para que Dios dé el crecimiento. Esa debe ser nuestra mayor preocupación, no los desastres naturales ni las pandemias. En el mundo tendremos aflicción, pero vamos a confiar, porque Jesús ha vencido al mundo.