Norkita

Tenía un compromiso moral como pastor y hermano de militancia en las filas de los Soldados de la Cruz con Norkita. Ella esta recluida en una habitación de un moderno hospital en la ciudad de Gainesville, Florida. A sus noventa años, su aparato digestivo-excretor se ha depauperado y sometida a dos intervenciones quirúrgicas para paliar sus dolores, la encontré al entrar a su habitación. Era una noche fría, y aunque agotado por mis labores iniciadas en la madrugada de ese día, entré a verla en la penumbra de su habitación. Dije unos nombres y enseguida reconoció al emisor de las palabras, asombrada por mi presencia en ese distante lugar de mi casa. En el silencio expresé con toda claridad meridiana: Norka Cándida Rosa Germania Cano Chorivit. Así siempre la he llamado, pues desde niño me había contado que todos esos nombres estaban en el calendario católico el día de su nacimiento. Me los aprendí y siempre que la saludo, le recuerdo nuestra historia de décadas. De mucho tiempo atrás he admirado la mujer correcta, la chica de clase alta que un día le dijo adiós al mundo y sirvió en los lugares más humildes con su gracia y amable compostura. Era la voz, una voz que junto a Rosa Sabarit daban el colofón a los himnos de la Coral Cubana.  Norkita era una ávida lectora, que por estos últimos años amenizaba con frecuencia las redes sociales regalando historias singulares o hechos portentosos.  Entrar a un servicio a la iglesia en High Springs, era observar su labor ya obsoleta en otros lares, pero ella, activa en su mesa escritorio llevaba los apuntes y notas de lo que cada día acontecía. Únicamente Dios puede regresarla del lugar donde se encuentra, pues solo es alimentada a través de sus redes sanguíneas…

Traté de hacerla sonreír y lo logré, y también en su compostura de mujer de Dios calmada me permitió escuchar de sus labios ya resecos, un sueño que tuvo a la medianoche de ayer. Ella se encontraba en un lugar muy bello, y los que le acompañaban resaltaban por lo áureo de sus rostros y vestimentas; las calles de oro, las casas doradas y brillantes, y ella avanzaba con un grupo que iba hacia un destino dentro de aquella hermosa ciudad… pero alguien la despertó para ofrecerle un medicamento  y concluyó aquella visión celestial. Después quiso dormir otra vez, y volver a soñar pero… ya la visitación había sido dada. Mis ojos se humedecieron cuando me dijo: Ya estoy lista para el viaje… Y entre globos y flores que su nieto Arian le trajo, me despedí de una santa mujer a la que le fue enseñado su nuevo lugar. Norkita, te amamos y estamos orando porque el epílogo de tu vida ilustre,  inspire a otros a caminar por la senda que marcaste. Cuando partí, ya tarde en la noche, pues no quería que me fuera y manejé a casa varias horas, no podía olvidar las calles de oro de la ciudad adonde Norkita se dirige.

Hoy amanecí orando por ella, por sus hijos y familiares rogando al Padre que mientras esté con nosotros, en paz camine hasta su encuentro con Él. No sé si podré ir a verla otra vez en su gravedad, pero su sonrisa y afecto guardaré en mi acervo hasta siempre. Norka Cándida Rosa Germania Cano Chorivit…hasta luego…

Dr. Sergio González

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