Para muchos puede que sea un nombre más, también puede ser que para algunos ni siquiera signifique nada.
Hay quienes pasan por este mundo y apenas se necesita decir algo de ellos, porque a su paso dejan huellas tan profundas que son visibles y fáciles de percibir y contemplar su trabajo; de otros se hace más difícil pues sus huellas son suaves y delicadas, apenas perceptibles, pero que al seguirlas descubres la grandeza de su jornada, de esos es: Leonides Rangel.
No tuve el privilegio de conocerla ni compartir con ella, sólo tengo un vago recuerdo de niña en la ciudad de Sancti Spiritus, Cuba, salió de este país pero su testimonio cruzó las fronteras y siendo de estirpe de titanes mantuvo en su vida la antorcha encendida, cada vez que escuchaba a los mayores hablar de vidas de testimonio, su nombre salía una y otra vez, temerosa de Dios, cuidadosa de la doctrina, dispuesta al llamado, amorosa, esposa y madre ejemplar, trasmitiendo a sus hijos enseñanzas y ejemplo inigualables, con muchas virtudes de las que soy incapaz de nombrar porque fue una vida tan linda, que sé que los que la conocieron estarán de acuerdo, que es imposible enumerar.
No, no es simplemente Leonides, aunque así parezca, tampoco eso importa, porque el Señor que la salvó en Jesucristo según sus promesas para los triunfadores ha dicho: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe».
Hay un himno muy precioso que parte de su letra dice «Al entrar por las puertas del cielo, mi familia me reconoció, me llevaron por las calles de oro, no hay palabras para lo que yo vi, hablé con Abraham, Isaac y Jacob, con Marcos y Timoteo también, y les dije quiero ver mi Cristo, porque Él fue quien murió por mí. Postrado a sus pies grité Santo, Santo, Santo y alzando mis manos di Gloria, Gloria al Hijo de Dios».
Hoy nos despedimos con dolor y tristeza, parece lejano el día de reencuentro, pero llegará y ella estará allí dando la bienvenida a su familia y juntos adorarán alzando sus manos y gritaran !Gloria al Hijo de Dios!!
No le conocí, pero allí donde todos estaremos nos encontraremos y cantaremos el canto de los redimidos.
Llegue a toda su amada familia mi más sentido pésame. Con todo respeto dedico estás sencillas letras, pero mi mejor manera de honrar su memoria, será seguir fiel cada paso en ésta senda y al Cristo que ella sirvió.
Hasta pronto, hermana Leonides, desde Cuba te recordamos, nación que te acunó y no olvida a sus hijos. La Iglesia mantiene la esperanza que pronto, muy pronto sonará la final trompeta y te levantarás a recibir tu galardón, te lo has ganado, te has adelantado, pero en tu raudo vuelo dejas una estela de amor y esperanza, el Cielo nos espera, Jesús lo ha preparado.
Gracias, Dios, por Leonides.
La Gracia del Señor Jesucristo sea con todos. Amén.
-Magbis Verdecia
Que hermoso escrito para mi madre Magbis Verdecia, muchas gracias