Hace cinco años que sus ojos dejaron de ver y que mis manos los cerraron en un gesto de amor desesperado, pues no quería dejarlo ir. Por la lógica debiera haber menguado el dolor, pero aun creyendo con fe sincera y cierta en la vida eterna, puedo decir con verdad que no, no ha menguado el dolor y no he dejado de extrañarlo ni un solo día. No es que la impotencia de no poder verlo, ni escucharlo, me haga quererlo más, es que es difícil resignarse a su ausencia y aceptar que ya no estará más con nosotros.
Mi hermano Otto, el de la sonrisa traviesa y los ojos inocentes, el de las ideas profundas y los chistes más cómicos, ¡con sólo verle la cara que ponía cuando los iba a contar, tenías que comenzar a reírte! El que se fijaba en todos los detalles y sabía darte una dirección para ayudarte a llegar al lugar que ibas sin que te perdieras ni un segundo, porque hasta los árboles que había en el camino te los describía. Tenía una memoria fotogénica y sin embargo, nos desesperaba cuando cantaba, porque por lo general se le olvidaba la letra de himnos que se sabía prácticamente desde que nació. Pero ¡cómo le gustaba cantar! Cuánto amaba la alabanza y qué inspiración llenaba su ser y se reflejaba en su rostro mientras cantaba para Dios.
Cuando se cumplió el primer año de su partida, una amiga que había pasado por una experiencia similar a la mía, me aconsejó con gran cariño “Tienes que recordar con alegría” y en ese momento pensé que para ella era fácil decir eso porque ya habían pasado varios años para ella y por lo tanto no era igual. ¡Cuán equivocada estaba yo!
A medida que pasa el tiempo, es más difícil aun. Pero tomando su consejo, me propuse recordar a mi hermano con alegría, con la alegría que siempre llenaba su sonrisa cuando nos encontrábamos, ¡teníamos muchas cosas en común! Y nos llevábamos bien.
El 18 de mayo de este año hubiera cumplido 58 años. Acababa de cumplir 53 cuando el Señor lo llamó y para los jóvenes esto son bastantes años, pero para los que hemos vivido un poco más, podemos darnos cuenta que todavía era joven. Yo quisiera que su recuerdo nunca se borre de nosotros, y que aun los nietos y sobrinos nietos que han nacido, están naciendo y nacerán, y que no tuvieron el privilegio de conocerlo, sepan de la vida de este hombre noble y honrado que fue mi hermano, el alegre y divertido Otto, que amaba profundamente a su linda esposa y no se escondía para demostrar cuán enamorado vivía de ella, a sus cuatro hijos y cuatro nietos, a Pipo y a Mima, a nosotros sus hermanos, Maky, Abel Luis y yo, y a nuestros hijos, sus sobrinos, ¡todos sin excepción le recuerdan con amor! Pues de verdad fue un tío cariñoso y atento con cada uno de ellos. No quiero que se olviden de que era bondadoso y amable con todo el mundo y amaba a los animales con una pasión que nunca entendí, ni compartí. Un amigo fiel y atento que nunca se olvidaba de los que compartían esa amistad con él. Tenía muchos amigos, porque sabía ser un amigo ¡Nunca podré olvidarlo! Y mientras yo viva y tenga memoria, vivirá en mi corazón y hablaré de él. No porque haya sido un súper hombre, sino porque fue humano, sencillo y cristiano, porque tenía un corazón humilde y un sentido de lo que era justo que siempre me maravillaba. Al extremo que por ese sentido y por vergüenza se alejó por un tiempo, pero Dios que conocía su corazón humillado, y cuánto le pesaba y dolía haber fallado, le dio la oportunidad de volver a la casa de su padre y ocupar el lugar que le correspondía. ¡Cuánto agradezco a Dios esta bendición!
Hoy una vez más quiero recordarlo, y cuando al toque de la final trompeta los muertos en Cristo resuciten primero, ¡se levantará mi hermano! Y volveremos a encontrarnos, libres ya de tristezas, enfermedades, traiciones, lágrimas y dolores, y uniremos nuestras voces a los millares que cantarán el cántico de los redimidos. Allí, libres al fin de toda atadura, disfrutaremos del amor de Dios en Su reino y seremos completamente felices. Sin lugar a dudas te veré nuevamente mi querido Otto. Y esta esperanza me consuela en el Señor
Tu única hermana que nunca te olvida.
Comenta utilizando el servicio de usuarios del Rincón
Comenta utilizando el servicio de usuarios de Facebook