Recibe mi alabanza Señor en gratitud por cuanto Tú me das. Son tantas y tan grandes las glorias que me muestras que no tengo palabras que puedan expresar, la gratitud inmensa que llena toda mi alma, y es poco el día y la noche para decirte ¡Oh Santo!, cuán feliz Tú me has hecho al derramar en mi vida, todo lo que yo tengo, lo que siempre he tenido y lo que espero tener. Pues por la fe proclamo que Tu misericordia aun no se ha acabado y que ha de continuar, derramando en mi vida y en la de los que amo, Tu gracia bienhechora, que perdona y restaura, que rehace las vidas y cambia corazones, y los vuelve a la luz.
Mi voz hoy se levanta para darte las gracias y expresar con ternura el gozo que me das, las sanas alegrías que comparto a diario, la salud y la vida y la dulce promesa de la eternidad. Esa bella promesa de verte cara a cara, y conocerte Cristo, y postrarme a Tus plantas en señal de humildad, y que Tus manos santas se extiendan amorosas, y sequen de mis ojos las lágrimas vertidas por las crueles heridas que la vida nos dio.
Hoy te alabo y confieso que si Tú no existieras, mi vida sería vana, sin sentido y sin paz, pero porque me amaste y por mí te entregaste, hoy disfruto alegría y en medio de las pruebas, mi voz se alza gozosa, porque Tu compañía me da la fortaleza, y en las noches oscuras, Tu luz alumbra todo, quitando la zozobra que producen las sombras y las incertidumbres que nos causa vivir.
Recibe mi alabanza, porque quiero dar gracias, porque quiero decir con mi vida entregada, que estoy agradecida por todas Tus bondades y que mi voz se eleve y que cante gozosa porque solo Tú eres, digno y santo Señor.