Yo también quiero ser agradecida…

judith_logo_4

Este mes se distingue no solamente por el cambio de color en las hojas de los árboles y las temperaturas más frescas, sino por un ambiente de agradecimiento que se puede respirar por donde vayas. Hasta los no creyentes, consideran esta época como algo especial que debe usarse  para agradecer. Un tiempo para reunirse con la familia, y compartir. Se hacen planes para visitar a los que están lejos. Se preparan menús especiales con ingredientes exclusivos de esta fecha. Y se hace énfasis en contar las bendiciones  que hemos recibido y enfocarnos en lo bueno que ha llegado a nuestra vida.

Pero la vida con sus muchas vueltas, puede a veces dar tales golpes que hasta el más agradecido, aturdido por el dolor, es posible que se concentre en su angustia y obvie lo bueno, haciendo que parezca carecer de valor, al darle más importancia a su problema.

Sin embargo, siempre, siempre, es mucho más lo bueno que recibimos, que las angustias que nos acechan y las pruebas que, ineludiblemente, todos tenemos que enfrentar de una manera u otra.

Por eso, al entender esto, hace muchos años que propuse en mi corazón, que sin importar las circunstancias que me rodearan, esforzarme en ser parte de ese pequeño grupo de gente agradecida, que como piedras preciosas relucen entre la gran mayoría que  olvida dar gracias. Y esto no significa que en ocasiones y dependiendo de con quien uno hable, no podamos expresar alguna palabra de  queja o angustia. Al fin y al cabo somos humanos, y el hecho de que hablemos en particular con alguien especial de algo que nos aflige, solamente es muestra de que tenemos hermanos y amigos que pueden compartir con nosotros, la carga que nos ha tocado llevar. (Algo más para agradecer)

Y aunque es bello que este mes se acostumbre a mostrar gratitud, sería mucho mejor, si cada día de cada mes, también pudiéramos hacer de cuando en cuando, un  paréntesis en nuestro agitado andar, para traer a nuestra memoria la maravillosa protección de Dios en nuestra vida, y  reconocer con profunda gratitud, como perdona nuestras iniquidades y sana nuestras dolencias. Como  rescata del hoyo nuestra vida y nos corona de favores y misericordias y sacia de bien nuestra boca… ¡Cuán grande es nuestro Dios! 

Que esto, y muchas otras cosas más que a diario recibimos y experimentamos, nos muevan a una gratitud genuina y constante, que sin estar condicionada por las circunstancias, se pueda notar en nuestro andar, y en nuestra forma de obrar.

Hoy quiero testificarles que yo siento Su amor, disfruto Su gracia, me cubro con Su misericordia, y cada paso que doy me guía Su palabra y verdad. ¿Qué más puedo desear?  ¡Y esto  tengo que proclamarlo! Yo también quiero ser agradecida y exclamar como María: “ Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso, y Santo es Su nombre”.

William A.Ward dijo: “Si se siente gratitud y no se la expresa, es como envolver un regalo y no darlo”.