Yo no pensaba escribir algo sobre este tema, pues a pocos les interesa el mismo. Hablar de la etapa final de la vida, llena a muchos de tristeza o melancolía: Todos quieren cosas alegres, y no pensar en algo tan serio o tan real. Ya hemos dicho en otras ocasiones que el curso de la vida nos lleva irremediablemente a una de estas dos cosas, vejez o muerte.
Me parece que es mejor prepararnos para la vejez, para aceptarla o afrontarla con alegría y casi que sin pensar en esto, nos alegramos de encontrarnos con esa realidad de la vida, ¿por qué digo esto? porque todos nos alegramos cada vez que cumplimos un año más de vida, y eso queramos o no, nos lleva a la vejez. Y si es así, ¡bienvenida vejez!
En estos días miraba el diario, o sea el periódico, y vi un cuadro triste. ¿uno solo? Son tantas las malas noticias y las cosas terribles que se ven o se oyen a diario, que es difícil saber cual es la peor. Pero no, no les voy a hablar algo sobre la crónica policial. Lo que me dio tristeza fue ver a un gigante que desafió el espacio, recorriendo millones de kilómetros por hora (28,160 por hora) siendo visto y admirado por millones de personas a través del espacio y del orbe.
Aunque ya he mencionado esto en otras ocasiones, repito: cuando la nave espacial de los Estados Unidos, alunizó en la luna, yo aterricé en Madrid, gracias a la bondad del Creador y “Gran Arquitecto del Universo”, como dicen algunos al Padre celestial, pues salí de Cuba y esto por la vía legal, era tan difícil, como el hombre llegar a la luna. Por cierto que los soviéticos, habían ido al espacio primero que los norteamericanos, pero de ahí no pasaron, no fueron a ninguna parte, y cuando fueron, fue porque los americanos los llevaron. Porque cuando los rusos fueron al espacio, no pudieron contar nada, ni la perra tampoco.
Los norteamericanos en la nave espacial Apollo 11, fueron los primeros en pisar la superficie lunar, y al llegar leyeron los versículos 3 y 4 del salmo 8 «Cuando veo los cielos, obra de tus dedos, la Luna y las estrellas que tú formaste digo, ¿qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?». Uno de los astronautas llamado Aldrin, después de leer esto, lo depositó sobre la superficie lunar y regresó a la nave espacial. En enero de 1971, dos de los tripulantes del Apolo 14, Shepard y Mitchell, depositaron sobre la superficie lunar un paquete que contenía la Biblia en microfilm y el primer versículo del Génesis en 16 idiomas. Allí quedó la Santa Biblia, como algo maravilloso y como un gran testimonio del poder creador del “Padre de las luces”.
Aunque los ateos e incrédulos no lo quieran aceptar, allí está la Santa Biblia como un testimonio. Y si hay alguno que piense que esto es un cuento de hadas, que se dé un saltito hasta el lugar y desmienta esa gran victoria.
Ap. Florentino Almeida
Pensamiento: Aunque la vejez es triste, la alternativa es peor…