-Por Caridad Krueger
La muerte y resurrección de Cristo, es la mayor prueba del amor de Dios hacia la humanidad, su amor es muy superior al nuestro y al recordar esta fecha, en lo que llamábamos "Semana Santa" me pongo a pensar en María, la madre de Jesús, pienso en su regocijo cuando el ángel Gabriel le anunció que ella iba a traer al mundo el esperado Mesías, el Redentor ¡El Hijo de Dios! Pienso en su sufrimiento, al ver a su Hijo vituperado, traicionado, torturado, verlo morir así, ¡qué dolor tan profundo!.
Cuando a una persona se le muere el cónyuge, le dicen viudo o viuda, cuando a alguien se le muere la madre o el padre, le llaman huérfano, pero amigas, cuando perdemos a un hijo, no hay palabra que defina el estado emocional que pasamos. A mí se me murió mi primer varoncito de cuatro meses, de eso hace 49 años, pero el vacío siempre ha estado ahí, tuve cuatro varones después que él, pero ninguno ha podido ocupar su lugar. Imagínese a la pobre María.
Pienso en los discípulos, que estuvieron con Él, que fueron testigos de milagros, persecuciones, de sus sabias enseñanzas, de sus promesas. También pienso en Simón el Cireneo, dice la Palabra de Dios en Mateo 27:23, que hallaron a este cireneo, y le encargaron que llevara la cruz. Aunque Cirene es una ciudad que se encuentra en Libia, algunos escritores dicen que era judío, por el nombre Simón, y que había nacido en Libia y se encontraba en esa época en Jerusalén pues los judíos que vivían en el extranjero hacían peregrinaje, para celebrar el Pentecostés, los Tabernáculos, y la Pascua. Lo curioso es que de toda la multitud, escogieron a Simón para llevar la cruz, cuando para un judío, llevar cualquier instrumento para quitar la vida a un semejante era una profanación, por lo tanto sería descalificado para participar en la cena pascual. También pienso si este señor Simón sintió pena al ver a Jesús, con su rostro sereno y lleno de dulzura, sufriendo tan horrible tortura.
Pienso en el ladrón, colgado del madero al lado de Jesús, cuando escuchaba las burlas que le hacían, él se volvió y le pidió: "acuérdate de mí cuando vinieres a tu Reino" (Lucas23:42) seguro se arrepintió de sus pecados, por eso recibió la seguridad por parte del Señor que estaría con Él en Su Reino. Pienso en el centurión romano encargado de la crucifixión. Dice La Palabra de Dios en Mat.27:54 que el centurión y los que estaban con él sintieron gran temor, ellos habían sido testigos de estos acontecimientos, y dijeron: "Verdaderamente, Hijo de Dios era este”. Ahí, junto a la cruenta cruz, Dios les reveló la verdad gloriosa, a estos hombres.
La palabra cruz se encuentra 28 veces en el Nuevo Testamento, viene del griego stauros, algunas veces significa cruz, otras estaca, poste de madera, era utilizada por los romanos como instrumento de muerte terrible ¡y pensar que nuestro Señor sufrió esta horrible muerte, por amor a la humanidad!
Ahora amigas, pienso en El Señor Jesús en el Getsemaní, dice La Escritura en Mateo 26:37 que Jesús comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera, sabía que su hora estaba cerca. Le dice a sus discípulos: “Mi alma está muy triste hasta la muerte”, se postró sobre su rostro rogándole al Padre que pasara ese vaso, y dijo: “No como yo quiero, si no como Tú”. ¡Qué dolor tan inmenso! Pero El sabía que tendría que pasar por todo esto, esa era su misión darse a si mismo para salvar a la humanidad. ¡Qué amor tan único e inefable!
Le pusieron una corona de espinas, le dieron a beber vinagre, dice La Escritura que las tinieblas estaban sobre toda la tierra, El Redentor exclamó: “Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Esas palabras, confirmaban la profecía Mesiánica que se encuentra en el Salmo 22:1 y 22:18. El Cordero de Dios había sido sacrificado. ¡Qué Sacrificio total!
Les diré que antes del Gran sacrificio de Jesús, cuando el Sumo Sacerdote, sacrificaba ovejas y machos cabrios, era un gran derramamiento de sangre. Si leemos en 2Crónicas 29: 32-35, dice que se sacrificaron en aquella celebración de La Pascua, 70 bueyes, 100 carneros 200 corderos, todo para el holocausto de Jehová y las ofrendas fueron 600 bueyes, y 3,000 ovejas. ¡Cuán gran derramamiento de sangre! Pero era necesario, pues el pecado es una cosa muy seria. Así nos podemos dar cuenta qué grande fue el sacrificio de Cristo. Pero el Señor había prometido que resucitaría al tercer día, así es que los Fariseos, y los Sacerdotes recordaron esta promesa y fueron a Pilatos que mandara una guardia al sepulcro, y así lo hizo, aseguraron el sepulcro y lo sellaron con la guardia, ¡qué tontos fueron! ¡Qué poco sabían del poder de Cristo!
Y el Primer día de la semana, o sea el domingo, en nuestro calendario, fue hecho un gran terremoto, porque el ángel del Señor, descendiendo del cielo, había revuelto la piedra y estaba sentado sobre ella, dice la palabra que los guardias se asombraron que quedaron como muertos, pero el ángel les dijo a las mujeres: “No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús que fue crucificado, pero no está, porque fue resucitado, dice la Escritura que estas mujeres se fueron con temor pero gozosas y fueron a darle las buenas nuevas a los discípulos. ¡Imagínense el gozo de los discípulos al ver a Jesús resucitado! Y después de presentarse delante de ellos les ordenó: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura, (Marcos 16:15,16) y una gran promesa les dejó en Mat. 28:20, “Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” y esta promesa es para nosotros también.
¡Que Dios os bendiga!
Querida Caridad, como todos tus escritos: hermoso, interesante e instructivo, pero este tiene además algo especial porque habla de nuestro Salvador. ¡Gracias a Dios por Jesucristo!
Dios te siga bendiciendo,
Besitos