Jesús visitaba la capital religiosa de los judíos, y sus milagros, junto con la purificación del templo, habían creado una honda impresión en la ciudad. Un varón nombrado Nicodemo, parte del consejo judío, docto en las Sagradas Escrituras y miembro del partido religioso Fariseos, inquirió a Jesús en una noche. A este protagonista sólo nos lo encontramos en el cuarto Evangelio. Nicodemo representa la figura del judío piadoso a la vez destacado, al que inquieta el problema de la salvación, de la existencia eterna, embarazo que plantea a Jesús, aun cuando fue el propio Jesús quien lo expuso como cuestión central. La mayoría de las veces vemos a un Jesús rodeado de personas vulgares; pero aquí le percibimos en acercamiento con uno de la aristocracia de Jerusalén. Hay algunas cosas que sabemos de Nicodemo y procederemos a comentarlas.
Primeramente por su práctica devota, conocemos que era rico. Cuando Jesús murió, él trajo para preparar Su cuerpo para la sepultura una mezcla de mirra y áloes que pesaba unas cien libras, algo que sólo podría comprar uno que poseyera elevada solvencia económica.
Además era fariseo. En numerosos conceptos de la vida, los fariseos eran las mejores personas de toda la nación. Históricamente nunca fueron más de seis mil; formando una hermandad a la que se ingresaba comprometiéndose delante de tres testigos a consagrar su vida a la observancia de todos los detalles de la ley tradicional. Es sorprendente que quisiera hablar con Jesús un hombre que poseía esa idea y que estaba entregado a esa clase de vida, porque estaba convencido que así agradaba a Dios.
Nicodemo era uno de los gobernadores de los judíos. La palabra griega es arjón. Esto significa que era un miembro del sanedrín, que a su vez era el tribunal supremo de los judíos conformado por setenta miembros. Por supuesto que bajo el dominio romano sus atribuciones estaban restringidas; pero seguían siendo formidables. En particular, el sanedrín tenía competencia religiosa sobre todos los judíos del mundo, y uno de sus deberes era inspeccionar y decidir en el caso de que surgiera un falso profeta. Es posible también que Nicodemo perteneciera a una familia judía distinguida. Cuando la toma de Palestina por Pompeyo en el año 63 a C., el líder judío Aristóbulo envió a un cierto Nicodemo como embajador ante el invasor. Más tarde, en los últimos días de Jerusalén, el que trató la sumisión de la guarnición fue Gorión, hijo de Nicodemo.
La historia juanina nos cuenta que fue en la noche cuando vino Nicodemo a Jesús, lo que puede haber sido por una de dos razones. Primeramente por precaución, pues quizá no estuviera dispuesto a comprometerse viniendo a Jesús de día. Aunque asumimos que era incomparablemente mejor venir de noche que no venir. Fue un prodigio de la gracia de Dios el que Nicodemo subyugara sus obsesiones y principios lo suficiente como para visitarle. Pero puede tenerse en cuenta otra razón. Es sabido que los rabinos decían que la mejor hora para estudiar la Ley era por la noche, cuando no se presentaban distracciones. Él necesitaba soledad y tranquilidad en su encuentro con el divino Maestro.
Nicodemo era un hombre con inquietudes, con muchos honores pero con un gran vacío en su vida. Vino a hablar con Jesús para encontrar luz en las tinieblas de su noche. Por eso cuando Jesús le dijo que era necesario nacer de nuevo Nicodemo no le entendió, y su confusión procedía del hecho que la palabra que la versión Reina-Valera traduce por de nuevo, en griego anóthen, tiene tres sentidos diferentes: primeramente puede decir desde el principio, totalmente, de arriba a abajo. También puede querer decir de nuevo, otra vez, en el sentido de por segunda vez. Y tiene la acepción de querer decir de arriba, y, por tanto, de Dios. En español es imposible indicar todos esos sentidos en una sola palabra; pero los tres están incluidos en la frase nacer de nuevo. Hacerlo es experimentar un cambio tan radical que es como un nuevo nacimiento; y ese proceso no es consecuencia del arrojo humano, sino de la gracia y el poder de Dios. Nicodemo se enfrentaba con el eterno problema del que quiere cambiar, pero no puede cambiarse a sí mismo.
Esta frase nacer de nuevo o renacer transita todo el Nuevo Testamento. Pedro habla de renacer por la gran misericordia de Dios; y también de renacer, no de simiente corruptible, sino incorruptible. Santiago nos dice que Dios nos hizo renacer por la Palabra de verdad. En la Carta a Tito se nos habla del lavamiento de la regeneración. Pablo dice que los cristianos hemos muerto con Cristo y resucitado a una nueva vida. El que una persona esté en Cristo, es decir, sea cristiana es como si hubiera sido creada totalmente de nuevo, una nueva creación tiene lugar en Cristo. Ahora bien, esta idea no les sonaría extraña en absoluto a los primeros lectores del Nuevo Testamento. Los judíos la usaban al hablar de los que procedían del paganismo y aceptaban el judaísmo mediante la oración, el sacrificio, el bautismo y la circuncisión: eran nacidos de nuevo. "…El prosélito que abraza el judaísmo decían los rabinos es como un niño, recién nacido…” Tan radical era el cambio que todos los pecados que hubiera cometido antes se le habían perdonado, porque ahora era una persona diferente.
Nacer de nuevo es experimentar un cambio tan total que sólo se puede describir como nueva vida. Esta mudanza se produce cuando amamos a Jesús y Le dejamos entrar en nuestro corazón y llegamos a ser ciudadanos del Reino de los Cielos, hijos de Dios, y a entrar en la vida eterna, que es la vida misma de Dios. En su primer encuentro con Jesús quizá a la luz de luna, se le habló de ese nuevo nacimiento. Era una metáfora que le enseñaba el canje necesario para convertirnos en nuevas criaturas. Meditando en ese pasaje soy de los que piensa que Nicodemo cambió y fue valiente cuando otros se escondieron, soy de los que cree que la palestra pública define a los hombres cuando hace falta tomar decisiones o hablar cuando otros callan. Al final del relato, el tímido fue más fiel a Jesús que sus íntimos, porque la verdadera fidelidad se prueba en los momentos difíciles y Nicodemo lo hizo. Por ello te extiendo esta invitación, ven a Jesús de noche o de día, pero ven, porque Él todavía cambia a los hombres y te brinda oportunidad de enmienda, corrección de errores, y de Nacer otra vez para su gloria.
Al menos, ese es mi punto de vista.
Dr. Sergio de la C. González
Gracias querido Doctor, tus enfoques son hermosos, y me encantan porque aprendo mucho y están llenos claridad y gracia.
Bendiciones hermano Sergio, Dios te continúe bendiciendo, para que sigas impartiéndonos tu saber.
Te queremos