Hoy quiero hacer un poco más que eso. Quiero verter mi sentimiento en cada letra y cada sílaba en acción para demostrar a mi buen Dios que lo único que quiero hacer en esta tierra es servirle y cumplir con mi misión.
Muchos años pasaron y no pocos acontecimientos que me han traído hoy a comprender profundamente el valor de enseñar. He llegado a este lugar y no quisiera retroceder. Pues aquí he experimentado la emoción de despertar cada mañana sabiendo que me esperan más de veinte caritas, siempre sonrientes, llenas de vida, de inocencia, de deseos de aprender. Aquí he vivido la encarnación de la compasión y la ternura que despliega un niño al encontrarse con una criatura de cuatro, seis, u ocho patas y buscarle un lugar donde pueda estar a salvo otra vez. Ellos me han enseñado a mí lo que es perseverancia: cuando después de la décima vez vuelven a intentarlo otra vez como si fuera la primera. No se dejan vencer, no se desaniman, no dejan de sonreir. Tienen en sus ojitos chispas que alumbran mi vida. Llevan en su abrazo el corazón sincero. Me deleitan cada día con sus ocurrencias y con la simplicidad que engrandece la vida.
¿Y pensar que no siempre podía ver, sentir, apreciar este tesoro que hoy enriquece mi vida? ¡¡¡Tengo tanto que agradecer a Dios!!! Pero en este día, al levantarme, sólo podia pensar en que no puedo seguir callando lo que mi alma grita por dentro: “Te amo Dios, y te agradezco por todo lo que me has regalado, siendo éste uno de los regalos que me unen a Ti. Pues lo más importante que pueden aprender de mí, es lo que yo he aprendido de Ti.”
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Dunesita querida, qué hermosura de sentimientos has compartido hoy con nosotros. Dios te bendiga y te conceda siempre esos deseos de tu corazón de servirle cumpliendo tu misión. Gracias por este precioso himno.
Un abrazo