Una historia de vísperas de nochebuena
Éramos muchos hermanos, ocho en total, mi papá trabajaba tiempo completo edificando iglesias. Y aunque Dios siempre suplió nuestras necesidades básicas, éramos muy pobres, algo que no pasaba desapercibido para nuestras maestras de la escuela.
Se acercaba la nochebuena y la maestra de mi hermana anunció que todos los alumnos debían llevar algo para obsequiar la cena de nochebuena a la familia más pobre del pueblo.
Mi mamá, llena de compasión y alegre de poder ayudar a la familia más pobre, consiguió con mucha dificultad, un paquete de frijoles para que mi hermana lo donara.
Y llegó el día de llevar el presente. Los muchachos, ordenados en una fila, salieron con la maestra al frente. Mi hermana no podía dar crédito a sus ojos cuando vio que se encaminaron hacia nuestro hogar. Al llegar, con mucho cariño la maestra le entregó varios paquetes grandes de comida a mi mamá para la cena de nochebuena.
No sé si aquella buena mujer era cristiana, pero si sé que había interpretado bien el espíritu de la Navidad. Ella nunca supo que aunque era la víspera de la nochebuena, nosotros todavía no teníamos nada para la cena, pero Dios la usó como instrumento para ayudar a sus hijos.
Siglos atrás, cuando una gran multitud seguía al Maestro para escuchar su mensaje y estaban hambrientos, un niño ofreció al Señor sus panes y sus peces, eran pocos y todo lo que tenía, pero El buen Jesús los multiplicó para que comieran todos, y sobró.
Por eso yo hago esta petición: “Señor, toma mis panes y mis peces”, que nunca piense que son tan pocos que no puedan alcanzar; que tenga la fe para saber que Tú puedes multiplicarlos y saciar al alma hambrienta. Que entienda que eres Tú quien has “llenado mi cesto”, con tu infinita bondad. Te pido con el poeta: “Aumenta mi caridad para seguir compartiendo. Que llegue a todos tu pan, y una nueva humanidad viva feliz en tu reino”.
Que preciosa experiencia vivida, y que enseñanza tan grande!!!!
esta me hace reflexionar mucho, en el amor inconmensurable de Dios para con todos sus hijos, mientras leía ese bello recuerdo tuyo , mis lágrimas caían, reconociendo el gran amor de Dios, y como nuestras acciones deben reflejar que conocemos de ese amor, yo también quiero hacer mía tu petición, Señor! toma mis panes y mis peces.
Dios te siga usando para Su Honra y Gloria!!!!!!